El I Ching o Libro de los Cambios, constituye el más antiguo de los textos clásicos del pensamiento chino, pero hoy ya muchos buscadores occidentales se sirven de su sabiduría. El psicólogo C. Gustav Jung se declaró uno de sus adeptos, él calificó el I Ching tanto como una técnica de oráculos -auxilios para el futuro- como un método de exploración del inconsciente.

"Hasta que no te hagas consciente de lo que llevas en tu inconsciente, éste último dirigirá tu vida y tú le llamarás destino."

Carl Gustav Jung

Se discute la paternidad de la obra, pero su antigüedad se sitúa por lo menos entre los años 1.000 y 2.000 A. C.

Para los chinos, los 64 hexagramas básicos del IChing original son fuente de consulta ante cualquier decisión de importancia. El libro -como reverentemente se le califica- puede indicar en cada momento la dirección correcta para el actuar.

En China, el I Ching constituyó -y sigue vigente como antaño- parte esencial de la vida diaria. Con frecuencia se veía en las esquinas a un anciano que, libro y varillas en mano, estaba presto a leer el antiguo Libro para dar consejo e información al pasante. Sus símbolos sirven de adorno en las casas, lo mismo que sus sentencias.

El I Ching no es un libro de adivinación, una bola mágica que muestre el futuro, ni nada parecido, pero a la luz de sus 64 hexagramas que resumen todas las posibilidades vitales, el individuo (un microcosmos específico) se pone en contacto con el todo (el macrocosmos), para reconocer “su” momento vital… el “para qué” de su estancamiento.